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El papel de la insulina en la diabetes

En un principio, el paciente diagnosticado con diabetes tipo 1, debe seguir un tratamiento sujeto a visitas médicas continuas, pues es la fase en la cual se analizará el tipo de insulina a administrar, el número de dosis diarias, y el método más conveniente para aplicarla. Al ser una enfermedad de carácter auto-inmunológico y proclive a tener episodios intensos tanto de hiperglucemia como hipoglucemia, es necesario determinar primeramente los niveles de glucemia usuales o de mayor permanencia que muestre el paciente en diferentes horarios y realizando diferentes actividades, pues estos datos son esenciales para la selección correcta del tipo de insulina a administrar.

La cantidad y tipo de insulina que se deba proporcionar al paciente será establecida por el médico después de evaluar el cuadro completo de diabetes y analizar el estilo de vida y hábitos de la persona en cuestión.

Existen actualmente muchos tipos de insulina, pero de forma general, éstas se diferencian una de otra según la velocidad de acción inicial y el tiempo de duración que ejercen en el organismo. En algunas ocasiones, la insulina recetada consta de hecho de una mezcla de varias de éstas. Los tipos de insulina más comunes son los siguientes:

  • Insulina de Acción Ultracorta
  • Insulina de Acción Corta
  • Insulina de Acción Intermedia
  • Insulina de Acción Prolongada
  • Insulina Premezclada

 

Aunado a la selección del tipo de insulina, el paciente deberá aprender cómo suministrarse a sí mismo la sustancia. Actualmente se encuentran disponibles varios métodos para administrar la insulina, desde inyecciones hasta bombas de infusión programables, ayudando a  que su suministro no sea un obstáculo en la vida diaria del paciente.

La insulina está compuesta de varios elementos, y algunos podrían ser rechazados por el paciente. Así pues, la administración de ésta debe ser siempre establecida por el médico considerando todo el historial de salud del paciente.

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